1.- IDENTIFICACIÓN DE LA OBRA:
a) Tipo de obra: Arquitectura
b) Nombre: Iglesia de Santa Sofía o de la
Divina Sabiduría (Hagia Sofía)
c) Autores: Isidoro de Mileto y Artemio de Tralles.
d) Fecha: 532 a 537.
e) Lugar: Constantinopla (actual Estambul, Turquía)
f) Estilo: Bizantino
2.- ANÁLISIS FORMAL:
Su planta conjuga magistralmente dos tipologías conocidas, la basilical y la de cruz griega cubierta por una gran cúpula. De la basílica toma las tres naves (la central más ancha que las laterales) y el ábside y de la segunda, la cruz griega inscrita en un rectángulo que casi es un cuadrado. La enorme cúpula (de 31 metros de diámetro) se apoya en cuatro grandes machones que, a través de cuatro triángulos curvilíneos (pechinas) permiten el paso de la planta cuadrada a la circular. Pero los empujes que esta cubierta genera se dirigen también en sentido lateral, para lo cual se colocan bóvedas de cuarto de esfera, cuyos empujes son, a su vez, recibidos por otras menores de igual forma y por dos bóvedas de cañón, contrarrestadas también por gruesos estribos. Solucionado el problema de empujes y del paso del cuadrado al círculo gracias a las pechinas, esta enorme cúpula fue también posible porque en su construcción se emplearon tanto piedra porosa como teja, para hacerla menos pesada y porque su tambor se horadó totalmente con ventanas, con lo que se aligeró aún más. En Santa Sofía contrasta enormemente el distinto tratamiento que se le da al interior y al exterior del edificio. En el exterior, el edificio se concebía como un ejemplo de equilibrio, con nítidos volúmenes, que dejaban traslucir la estructura interna, con los materiales desnudos, sin decorar. Recordemos que los minaretes que presenta en la actualidad son un añadido posterior a la toma de los turcos de Constantinopla, cuando se convirtió en mezquita.
En el interior, en cambio, el efecto es otro. Se trata del espacio más importante, dominado por la gran cúpula que, a causa de las ventanas del tambor parece estar ingrávida, elevándose en el aire. Como los muros interiores estaban totalmente decorados, la intensa luz del Mediterráneo oriental al derramarse sobre ellos, crea una sensación de irrealidad, de espacio realmente “mágico”, encantado, dedicado a la divinidad, que no es de este mundo.
En la nave central nos encontramos con otra de las peculiaridades de Santa Sofía, la tribuna, en la que le monarca tiene su trono. El antiguo matronium (Tribuna o galería reservada a las mujeres) cede su puesto al palco real, lo que va a servir de modelo para las iglesias palatinas occidentales. En las laterales destaca también la galería de arcos que horadan el muro, lo cual es posible al no tener que contrarrestar las presiones de la cúpula, gracias al sistema de contrarrestos ordenado descrito más arriba.
3.- ANÁLISIS SOCIOLOGICO:
Santa Sofía se construyó entre los años 532 y 537, inmediatamente después de la destrucción de la primitiva basílica constantiniana debido a un incendio que brotó durante la llamada Insurrección de Nika, durante el reinado de Justiniano, en el periodo conocido como "Primera Edad de Oro". La época de Justiniano, de impetuosa vida política, conquistas militares y reformas administrativas, vino acompañada también, por una intensa actividad constructora.
Es la primera época dorada del arte bizantino, la más brillante, aunque no la más innovadora, debido a su carácter transitorio relacionado con el anterior periodo, de la cual se conservan una valiosa serie monumental ubicada en Constantinopla y Ravena, capital de la época. Santa Sofía es una iglesia palatina construida junto al palacio imperial y como el emperador quería realizar una construcción eminentemente grandiosa con el fin de manifestar así su poder, mandó llamar a dos ingenieros especializados en construcciones militares porque se consideraba que así podría ejecutarse una obra con más innovaciones técnicas que si la dirigiese un arquitecto. Estos ingenieros fueron Isidoro de Mileto y Artemio de Tralles.
Trabajaron en este edificio más de diez mil obreros y sabemos, que prácticamente todas las provincias del Imperio enviaron sus materiales más preciados para la decoración de esta iglesia. El elemento más grandioso es su gran cúpula, pero se hundió en torno al 550 y tuvo que ser reconstruida entre los años 558 y 562 por Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto. Fue utilizada como iglesia cristiana durante casi mil años, desde su construcción hasta la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453. Allí se refugiaron los aterrorizados habitantes en el ataque a la ciudad. Los otomanos la convirtieron en mezquita, agregando posteriormente los cuatro minaretes que hoy presenta, así como los medallones decorativos interiores. En 1935 fue convertida en museo. En palabras de Agatías, los diseñadores (Artemio de Tralles era matemático, Isidoro de Mileto arquitecto) trataron de «aplicar la geometría a la materia sólida». Justiniano, según su cronista oficial Procopio de Cesarea, al ver Santa Sofía terminada exclamó: «Salomón, te he superado». Otras iglesias bizantinas de gran importancia son: San Vital de Rávena y la de los Santos Sergio y Baco en Constantinopla.
COMENTARIO DE ARTE:
SANTA SOFÍA DE CONSTANTINOPLA